Jessica vive para leer y escribir. Se lookea y sale a recorrer, a cargar el disco rígido de imágenes, historias mínimas, personajes y situaciones. Le da charla a los mozos, a los taxistas y se interesa por todo. Algunas charlas son interesadas, obvio… Pero de la mayoría aprende algo valioso. Sabe apreciar los detallecitos.
Jessica tuvo un padre ausente y una relación conflictiva con la madre. Y, por decirlo con una metáfora: la dejaron en el altar. El motor de su inspiración son viejas frustraciones no asimiladas. Vuelve y vuelve sobre lo mismo. A veces su obra se torna un poco monótona, porque su estado de ánimo la influye muchísimo. Feminismo autorreferencial exacerbado al pedo, que advierte neurosis, obsesiones y asexualidad forzada. Entonces le cae la ficha, sale a despejarse… respira, simula calma y toma nota.
2 comentarios:
y, a falta de historias maximas, estamos en la era de las historias minimas, pensando que su exposicion en peliculas y cuadros sencillos les da algun valor.
Y asi seguimos fumando arte y cultura minima, haciendo una vida bastante minima.
Es que quedan pocos continentes por conquistar.
Buscábamos la igualdad, un auto para cada uno y ahora que lo tenemos, no sabemos qué hacer.
Somos chichones autónomos de la tierra empleados por corporaciones. No quedan continentes sin conquistar, sólo paquetes accionarios sin comprar.
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